Luci

Extracto del primer relato de mi libro «Mentes perversas»:

«El grito rasgó la pintura de las paredes como un inesperado terremoto.
La comadrona se negaba a acercar sus manos a la oscura cabeza del engendro que brotaba estridente del útero de mi mujer. El médico llegó después, alertado por las enfermeras. No podía explicarse cómo el parto se había adelantado tanto, pero la realidad era incuestionable, y terrorífica. Nadie quiso acercarse a recoger al bebé. Por suerte yo estaba allí y ayudé a salir a aquella especie de lagarto escamado, rojo como un atardecer. Retiré la oscura placenta y ofrecí nuestro retoño a mi mujer. Ambos nos mostrábamos encantados, pero el personal del hospital no compartía en absoluto nuestra felicidad.

Luci fue un regalo del infierno. Habíamos rezado mucho a nuestro Dios para que nos ofreciese un descendiente digno de nuestras creencias esotéricas. Incluso llegamos a sacrificar tres cabras la semana anterior al alumbramiento. Cuando lo veíamos en la urna, nervioso tras la sesión fotográfica con que los periodistas lo obsequiaban cada amanecer, nos sentíamos los padres más felices del mundo. Hubo un médico que incluso nos ofreció acabar con la vida del niño si estábamos de acuerdo. ¡Qué disparate! Existen tantas parejas con bebés clónicos, niños pánfilos que solo saben jugar al fútbol y entretenerse con videojuegos durante sus primeros años. Criaturas bellas e inocentes como los querubines de las iglesias. Nosotros, en cambio, éramos afortunados. Nuestro hijo era único. Y mientras su madre soportaba los afilados colmillos en sus pezones, ambos veíamos crecer sus alas día tras día, al principio no más grandes que la palma de mi mano, membranosas como las de un murciélago gigante.»

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2 respuestas a Luci

  1. roberto dijo:

    Un gran cuento para abrir boca. Y tiene, para el que lo lea, un gran final.

  2. Gracias Roberto. Y el humor que no falte en lo literario, aunque sea negro. 🙂

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